Despidos en Microsoft por inteligencia artificial: ya ascienden a 9000 empleados.

El reemplazo silencioso: Microsoft despide empleados por inteligencia artificial
A principios de este año, una excompañera de trabajo me escribió con una mezcla de sorpresa y tristeza: “Me acaban de despedir. Dicen que mi puesto será automatizado con una solución de IA desarrollada en casa por Microsoft. Qué ironía, ¿no?”.
Su caso no es aislado. En los últimos meses, Microsoft ha comenzado a despedir empleados en áreas específicas, desde soporte técnico hasta marketing de producto, argumentando que las tareas que realizaban ya pueden ejecutarse con mayor velocidad y menor margen de error a través de inteligencia artificial. Según informes internos, parte del objetivo es “optimizar recursos” y “reorientar el talento humano hacia tareas de mayor valor”.
Pero ¿quién define ese valor?
Como periodista que ha seguido el avance de la automatización durante la última década, me resulta difícil no ver en este proceso algo más que una simple evolución tecnológica. Estamos viviendo el comienzo de un cambio estructural profundo en cómo entendemos el trabajo, y el despido de empleados en Microsoft para reemplazarlos por IA se ha convertido en una señal poderosa de esta transición.
El reemplazo silencioso como nueva norma
En su última presentación a inversionistas, Microsoft enfatizó el ahorro que implica automatizar ciertas funciones y cómo la integración de herramientas como Copilot, Azure AI y ChatGPT ha permitido prescindir de recursos humanos en algunas áreas.
No es un secreto que las grandes tecnológicas llevan tiempo utilizando IA para tareas de back office, como clasificación de correos, redacción automática de informes, análisis de métricas o generación de contenido básico. Lo nuevo es que esta automatización empieza a ser usada no como complemento, sino como sustituto directo del empleado.
En foros internos y conversaciones confidenciales, algunos trabajadores describen el fenómeno como una “reingeniería silenciosa”: no hay despidos masivos ni comunicados dramáticos, sino recortes selectivos y fríos, justificados bajo la narrativa de eficiencia y futuro.
Una fuente dentro de Microsoft, con la que mantengo contacto desde mis años en Seattle, me confesó: “Lo que antes era una tarea de tres personas ahora la hace un solo ingeniero con un asistente de IA. Y funciona. Pero el ambiente ya no es el mismo”.
Lo preocupante aquí no es solo el uso de la inteligencia artificial en sí —herramientas como Copilot o GitHub Copilot han demostrado su utilidad—, sino el tipo de decisiones que se están tomando alrededor de ella: decisiones que priorizan la reducción de costos a corto plazo sin considerar el impacto humano y social.
Lo que perdemos cuando dejamos de ser necesarios
Algunos dirán que esto es simplemente el curso natural del progreso, y que como ocurrió con la Revolución Industrial, surgirán nuevos empleos, quizás más creativos y mejor remunerados. No lo niego. Pero el ritmo al que avanza esta nueva revolución no está dejando espacio para la adaptación.
Una exanalista de contenidos con la que trabajé hace unos años me decía: “Me preparé, estudié herramientas de IA, traté de no quedarme atrás. Pero al final, no era que no supiera usar la tecnología, era que ya no hacía falta que alguien lo hiciera”.
Este cambio de paradigma afecta especialmente a los empleos de conocimiento medio, donde la IA ha demostrado ser sorprendentemente eficaz: redactores técnicos, diseñadores junior, asistentes administrativos, gestores de datos. Microsoft no está sola en esto, pero su tamaño e influencia marcan una diferencia. Lo que hace Microsoft hoy, probablemente lo repetirán otras empresas mañana.
El riesgo no es solo económico. También estamos hablando de cómo redefinimos el sentido del trabajo, la dignidad laboral y el rol del ser humano en un entorno que prioriza la automatización. ¿Qué lugar nos queda cuando la máquina no solo hace más, sino lo hace mejor y sin pausa?
Reflexión final: ¿avance a cualquier precio?
El despido de empleados de Microsoft para ser reemplazados por inteligencia artificial no es simplemente una noticia de negocios. Es una alerta. Es una invitación —o más bien una urgencia— a repensar qué tipo de relación queremos tener con la tecnología.
Sí, la eficiencia importa. Sí, automatizar tareas repetitivas puede liberar tiempo para lo creativo. Pero ¿qué ocurre cuando también automatizamos lo creativo? ¿Dónde queda el talento, la intuición, la experiencia?
No se trata de romantizar el trabajo humano ni de negar los avances tecnológicos. Se trata de encontrar un equilibrio que no deje a las personas al margen del sistema que ellas mismas ayudaron a construir.
Y si empresas como Microsoft —con todo su poder, recursos y capacidad de innovación— no lideran esa conversación ética, entonces ¿Quién lo hará?
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