El cobre: un recurso estratégico y muy necesario en riesgo para la industria de los chips para 2035

Cuando hablamos de la producción de semiconductores, solemos pensar en silicio, fábricas limpias o chips diminutos que alimentan nuestros teléfonos, autos y servidores. Pero hay un metal menos visible y, sin embargo, crucial para la tecnología moderna: el cobre. Su rol como conductor eléctrico lo convierte en el esqueleto silencioso de todos los dispositivos electrónicos. Y ahora, según un nuevo informe de PwC, su disponibilidad futura está seriamente amenazada por el cambio climático, especialmente en zonas clave de producción como Chile y Perú.
Este riesgo no es menor. Se estima que hasta el 34 % de la producción de semiconductores global podría verse afectada para 2035 si las condiciones hídricas y climáticas actuales empeoran. La alerta ya se ha encendido entre fabricantes, gobiernos e inversores.
¿Por qué el cobre es tan importante para los chips?
Aunque el silicio es la estrella del show, el cobre es quien transporta la electricidad dentro y fuera de los circuitos. Está presente en:
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Interconexiones dentro de los chips (reemplazó al aluminio en la mayoría de diseños modernos).
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Placas base, tarjetas gráficas y componentes internos.
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Redes eléctricas que alimentan fábricas de semiconductores.
Además, el cobre es esencial en tecnologías emergentes como chips 3D, inteligencia artificial, centros de datos y vehículos eléctricos. La transición global hacia la electrificación solo aumenta su demanda.
La amenaza climática
El informe de PwC, respaldado por datos satelitales y estudios de sostenibilidad minera, señala que muchas minas de cobre en América Latina —en particular en Chile, que representa más del 25 % del suministro mundial— enfrentan una reducción alarmante de recursos hídricos debido a sequías prolongadas y sobreexplotación.
Esto es crítico porque la minería del cobre requiere cantidades masivas de agua para el procesamiento del mineral. Sin acceso sostenible al recurso, las operaciones se ralentizan, se encarecen o se paralizan.
Ya se han registrado cierres temporales y protestas sociales por uso de agua en zonas como Atacama. Y mientras las empresas buscan tecnologías de desalinización o eficiencia hídrica, estas soluciones aún no están lo suficientemente extendidas como para mitigar el riesgo global.
Un cuello de botella invisible para los chips
En 2021, vimos cómo la escasez de chips afectó desde la producción de autos hasta el lanzamiento de consolas de videojuegos. Pero en esa ocasión, los factores fueron disrupciones por pandemia, falta de fábricas y problemas logísticos. Ahora, el cuello de botella es más profundo y estructural: si no hay cobre, no hay chips. Y si no hay chips, la economía digital se frena.
La cadena de suministro de semiconductores es extremadamente interdependiente. Una falla en la disponibilidad de un insumo básico como el cobre tiene efecto dominó en toda la industria: desde NVIDIA y AMD hasta Apple, Huawei o TSMC.
¿Qué se está haciendo al respecto?
Varias estrategias están en marcha:
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Diversificación geográfica: se busca abrir nuevas minas en África, Canadá o Australia, aunque los plazos son largos.
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Reciclaje: la recuperación de cobre de dispositivos usados crece, pero aún representa una fracción de la demanda.
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Investigación en nuevos materiales: algunos laboratorios trabajan con alternativas al cobre para ciertas aplicaciones, como nanomateriales de carbono, aunque no están listas para reemplazarlo a gran escala.
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Inversión en tecnologías mineras más sostenibles, como uso de agua salada o circuitos cerrados de tratamiento.
Aun así, la solución definitiva requerirá una coordinación global entre industria, gobiernos y organizaciones ambientales.
Conclusión: el oro rojo de la era digital
Estamos acostumbrados a pensar en los metales como reliquias del pasado industrial. Pero en la era de la inteligencia artificial, el 5G y la computación cuántica, el cobre es más estratégico que nunca. Y su vulnerabilidad ante el cambio climático nos recuerda que la economía digital aún depende profundamente del mundo físico.
Si queremos que el futuro siga siendo inteligente, conectado y eficiente, será necesario repensar cómo extraemos, usamos y conservamos recursos como el cobre. Porque sin él, no hay chips. Y sin chips, no hay futuro tecnológico.
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