julio 18, 2025

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El uso de las inteligencias artificiales en las escuelas: entre la innovación y la responsabilidad educativa

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El uso de las inteligencias artificiales en las escuelas plantea desafíos éticos, pedagógicos y tecnológicos que reconfiguran el futuro de la educación.


El uso de las inteligencias artificiales en las escuelas: entre la innovación y la responsabilidad educativa


Tabla de contenido


Introducción

Hasta hace muy poco, el uso de las inteligencias artificiales en las escuelas era un asunto más de ciencia ficción que de agenda educativa. Pero la realidad cambió drásticamente. Recuerdo que en 2023, durante una formación docente en una escuela pública de Medellín, uno de los profesores me mostró cómo sus estudiantes ya usaban ChatGPT para resolver problemas de física. Lo que comenzó como una curiosidad tecnológica se volvió parte de su dinámica diaria en el aula.

Hoy ya no se trata de si se debe permitir el uso de IA en la educación, sino de cómo integrarla con sentido, justicia y visión pedagógica. Esta conversación no es solo técnica. Es profundamente humana.


El uso de las inteligencias artificiales en las escuelas hoy

En el contexto actual, el uso de las inteligencias artificiales en las escuelas va mucho más allá de simples asistentes de texto. Hay herramientas que ayudan a planificar clases, a traducir contenidos en tiempo real o incluso a diagnosticar necesidades de aprendizaje a través del análisis de datos.

En países como Corea del Sur o Finlandia, donde los modelos educativos ya se apoyan en plataformas digitales, el uso de IA está completamente incorporado al aula. Pero también en entornos más tradicionales, como algunos colegios rurales de América Latina, empieza a verse su impacto. Eso sí, con matices y desigualdades.

Lo fascinante —y a veces preocupante— es la velocidad a la que todo avanza. Muchos maestros se encuentran aprendiendo sobre estas herramientas al mismo tiempo que sus estudiantes las dominan con fluidez. La brecha generacional, sumada a la brecha tecnológica, plantea un nuevo reto: ¿cómo formar a los formadores?


Impactos reales del uso de las inteligencias artificiales en las escuelas

En mi experiencia como educador y asesor pedagógico, he visto ejemplos valiosos del uso de las inteligencias artificiales en las escuelas. En un colegio bilingüe de Bogotá, por ejemplo, los docentes han empezado a usar generadores de textos para trabajar análisis crítico con los estudiantes. Les presentan una historia escrita por IA y les piden identificar inconsistencias, prejuicios o errores de razonamiento. Lejos de fomentar la pasividad, esa dinámica estimula el pensamiento reflexivo.

También hay casos donde estudiantes con dificultades específicas —dislexia, trastornos de atención, problemas de memoria a corto plazo— se han beneficiado del uso de asistentes de voz y chatbots adaptativos. En estos contextos, la IA no reemplaza al maestro, sino que se convierte en un aliado que amplía las posibilidades de inclusión.

Sin embargo, también he sido testigo de usos problemáticos. He leído ensayos enteros generados por IA sin intervención humana, donde el alumno ni siquiera entendía lo que entregaba. En otros casos, se ha detectado dependencia excesiva de estas herramientas para resolver tareas básicas, lo que afecta la autonomía y el desarrollo de competencias clave como la escritura, la investigación o la resolución de conflictos.


Desafíos del uso de las inteligencias artificiales en las escuelas

El principal desafío del uso de las inteligencias artificiales en las escuelas no es tecnológico, sino ético y pedagógico. ¿Estamos enseñando a los jóvenes a interactuar críticamente con estas herramientas? ¿O los estamos dejando a merced de algoritmos sin supervisión ni marco reflexivo?

Uno de los puntos más delicados tiene que ver con la privacidad. Muchos sistemas de IA recopilan información de los usuarios, incluso sin que docentes o estudiantes sean plenamente conscientes. Esto plantea interrogantes serios sobre el consentimiento, la seguridad de los datos y el control sobre la información personal de menores de edad.

Otro gran reto es la equidad. No todas las escuelas tienen acceso a los mismos dispositivos, plataformas o conectividad. Implementar IA en un colegio urbano de clase media no es lo mismo que hacerlo en una escuela indígena de la Amazonía colombiana. Si no se corrigen esas desigualdades, el uso de inteligencias artificiales en la educación puede agravar las brechas existentes.

También está el desafío de la evaluación. ¿Cómo saber si un estudiante realmente aprendió o si simplemente usó una IA para resolver la tarea? ¿Cómo desarrollar criterios justos, formativos y adaptados a esta nueva realidad?


Conclusión

El uso de las inteligencias artificiales en las escuelas representa una oportunidad histórica para reinventar la educación. Pero también una responsabilidad inmensa. No basta con permitir su uso; hay que educar en su uso. No se trata de prohibir ni de entregarse con fe ciega a la tecnología, sino de acompañar este proceso con mirada crítica y compromiso humano.

Los docentes necesitamos formación, los estudiantes necesitan guía, y las políticas educativas deben adaptarse con rapidez, pero también con profundidad. Porque si algo nos enseña la inteligencia artificial es que el conocimiento está cambiando… pero sigue siendo tarea nuestra decidir qué hacer con él.

 

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