julio 18, 2025

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República Checa prohíbe el uso infalible de DeepSeek en la administración pública por riesgos de ciberseguridad 2025

República Checa prohíbe el uso de DeepSeek

La tecnología avanza a pasos agigantados, y con ella, también lo hacen los dilemas. En una decisión que resuena en toda Europa, la República Checa ha prohibido oficialmente el uso de DeepSeek, una startup china de inteligencia artificial generativa, en todos los sistemas de su administración pública. El motivo: riesgos de ciberseguridad y preocupaciones sobre la soberanía digital.

La medida, anunciada por la Oficina Nacional de Seguridad Cibernética e Información (NÚKIB), no solo responde a un análisis técnico, sino también a una realidad geopolítica cada vez más tensa: la tecnología, hoy más que nunca, es un asunto de Estado.


DeepSeek una IA poderosa, pero con bandera cuestionada

DeepSeek se ha posicionado como una de las propuestas más prometedoras en el mundo de la IA generativa. Ofrece modelos de lenguaje potentes, accesibles y de código abierto, capaces de realizar tareas que van desde la redacción hasta la programación. Muchos lo ven como una alternativa real a gigantes como OpenAI o Anthropic, pero con un detalle clave: opera bajo jurisdicción china.

Y ahí está el problema. Las leyes de ese país, particularmente la de Inteligencia Nacional de 2017, obligan a todas las empresas a cooperar con el gobierno si se les solicita acceso a datos. Para las autoridades checas, esto representa un riesgo inaceptable cuando se trata de instituciones públicas, donde la información manejada es sensible y, en muchos casos, estratégica.


El dilema de la confianza digital

En realidad, este tipo de decisiones no se trata solo de una aplicación técnica o legal. Se trata de confianza. ¿Podemos confiar en que los datos introducidos en una IA extranjera se mantendrán confidenciales? ¿Podemos asegurar que no serán utilizados, reentrenados o extraídos sin consentimiento?

Desde la perspectiva de muchos expertos en ciberseguridad, la respuesta es simple: si no hay control sobre el marco jurídico que regula una herramienta, entonces no hay control real sobre la herramienta.

“No podemos permitir que modelos de IA como DeepSeek, por muy útiles que parezcan, se conviertan en puertas traseras para actores con intereses opacos”, declaró Radek Vondráček, presidente del comité parlamentario de seguridad digital.


¿Una decisión aislada? Todo lo contrario

Chequia no está sola. En los últimos meses, Italia ha bloqueado temporalmente sistemas como ChatGPT por preocupaciones de privacidad. Australia ha emitido alertas sobre el uso de IA extranjera en salud y defensa. Incluso en Estados Unidos, el debate sobre los riesgos de usar tecnologías de origen chino se ha intensificado.

La inteligencia artificial se ha convertido en una nueva frontera geopolítica. Los países ya no solo buscan desarrollar sus propios modelos; también quieren saber de dónde vienen, cómo se entrenan y quién tiene acceso a lo que producen.


¿Qué implica esta prohibición ?

La decisión checa implica que ninguna entidad gubernamental —ministerios, agencias, empresas públicas o universidades estatales— podrá utilizar DeepSeek en sus operaciones. Además, obliga a:

  • Auditar el software ya instalado.

  • Cancelar o revisar contratos que incluyan esta herramienta.

  • Evaluar alternativas tecnológicas bajo marcos legales compatibles con la normativa europea.

Aunque algunos han criticado la medida por ser “exagerada” o “restrictiva”, la mayoría coincide en que es mejor prevenir que lamentar, especialmente cuando están en juego datos sensibles del Estado y de sus ciudadanos.


Un debate que recién comienza

Personalmente, creo que este tipo de decisiones nos obliga a hacer preguntas incómodas pero necesarias. ¿Estamos preparados para depender de tecnologías extranjeras en áreas críticas? ¿Qué rol deben jugar los gobiernos en la selección de software que usan sus instituciones? ¿Estamos construyendo una infraestructura digital realmente soberana?

Como periodista que ha cubierto este tipo de temas durante más de una década, he aprendido que la innovación sin control no es progreso, es vulnerabilidad. Y en este caso, la República Checa ha decidido poner límites antes de que sea demasiado tarde.


¿Qué sigue?

En Europa, ya se trabaja en marcos como el AI Act, que busca establecer estándares éticos y legales para el uso de inteligencia artificial. Modelos como los de Mistral (Francia) o Aleph Alpha (Alemania) ganan cada vez más protagonismo como opciones desarrolladas bajo principios de transparencia, seguridad y privacidad compatibles con el entorno europeo.

Mientras tanto, queda claro que la IA no es solo una herramienta: es un campo de disputa, una pieza estratégica en la nueva política internacional.


Conclusión

La decisión de la República Checa podría parecer técnica, pero en realidad es profundamente política. Es una declaración de principios: la tecnología importa, pero la soberanía importa más. En un mundo interconectado y vigilado, elegir qué herramientas usamos también es una forma de proteger quiénes somos.

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